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October 22, 2010


UN MUNDO PERFECTO

¿Cómo sería un mundo perfecto? Un mundo dónde todos tienen oportunidad de cambiar, de compartir con los demás, donde los pueblos eligen el gobierno que se merecen o son obligados a soportar un régimen infame cuando no tienen el valor para enfrentársele. Un mundo dónde se pueda compartir sin importar nuestra procedencia, creencias, clases sociales. Pues, ese es el mundo que tenemos, y es perfecto, es que a veces no nos damos cuenta.
            “Si quieres hacer del mundo un mejor lugar, mírate a ti mismo y entonces cambia” dice una atinada canción de Michael Jackson. Por eso estoy convencido de que una sociedad justa, solidaria, verdaderamente cristiana, comienza por mí.

            En la mañana del viernes 22 de octubre de 2010 estuve en el barrio Nibaje, acompañando a mi curso en un recorrido y convivencia con encargadas del proyecto amigos de Domingo Savio, algunos niños del proyecto y familias de la comunidad a las que le llevamos bendiciones, alegría, regalos, comida y los más importante: nuestra presencia. ¡Que hermoso fue ver un grupo de más de 30 pre-adolescentes caminar varios kilómetros a pie, a una de las zonas mas inhóspitas de nuestro municipio para luego mezclarse con la gente del “barrio”, orar, cargar niños, tirarse fotos con ellos, ayudar a limpiar casas, cocinar, pintar las caritas de los niños, hacer chistes! Vi por lo menos una de mis alumnas con los ojos aguados al despedirse de una niña de unos 4 años a quien encontró sola en su casa y a ella le tocó darle cariño y atención. Esto lo escribo para mis colegas y algunos padres, pero si alguno de los estudiantes lo lee, quiero que sepan que me siento orgulloso y muy contento de trabajar con personas como ustedes, a pesar de que sabemos que ni ustedes ni yo somos angelitos caídos del cielo.

            Hoy hubo una gran cantidad de familias que vivieron un día extraordinario, encontraron jóvenes que le llevaron comida, un padre llegó a su casa y encontró a sus hijas con ropa nueva, con la casa limpia y una sonrisa en los labios. Por otro lado, unas cuantas familias recibieron a sus hijos que venían, no del colegio sino de la universidad de la vida donde aprendieron muchas cosas y cambiaron su visión sobre la sociedad en la que viven. Doy gracias a Dios, y a todos los que hicieron que esto fuera posible.
           

              Baldemiro